Editorial “El problema es la niebla”

Francisco Granados le pidió al constructor Marjaliza que quemara los documentos comprometedores cuando hubiera niebla. Se trataba, según confiesa éste, de una forma de no despertar sospechas con el humo que desprende ese tipo de estiércol moral.
Mientras el Grupo Parlamentario Socialista de la Asamblea de Madrid los compañeros socialistas se quedaban afónicos denunciando la corrupción, con indicios y pruebas, Marjaliza apuntaba en un cuaderno los sobornos a Granados y a otros malhechores.
Un viejo cuaderno que se llenaba, mordida tras mordida, de viajes, dinero y fechorías. Un viejo cuaderno que ahora tiene 15 años de andanzas y atracos impunes al erario público y a la dignidad de la política.
Cada vez que Marjaliza se presentaba con una bolsa negra en el despacho de Granados, éste ya sabía que se trataba de dinero que ocultaba en el papel oscuro de aquel neceser. Y la secretaria, dicen, presente.
Marjaliza colabora con la policía desde hace quince años y depara, sorpresa tras sorpresa, un magnífico relato que coloca a cada uno en su sitio. Como el tiempo, que da y quita razones, reloj que se pasea de forma inexorable hacia la verdad.
Pero el problema no es sólo la corrupción, sino la impunidad. El problema no sólo son los papeles que se queman como pruebas, sino la niebla que el Partido Popular utilizó durante años para ocultar sus vergüenzas.

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