Editorial “La decisión de Oriol”

La decisión del exvicepresidente de la Generalitat, Oriol Junqueras, de acatar la aplicación del artículo 155 de la Constitución es una puerta abierta a tomar otras decisiones jurídicas que eviten ese terrible victimismo peripatético al que nos tienen acostumbrados los independentistas.
Sé que se trata de una apariencia, una pose, una impostura. Pero la virtud está en interpretar con inteligencia la realidad. Cuando en el escrito de su abogado, él y los exconsellers, aceptan la aplicación del 155 desde la más profunda discrepancia política y jurídica, parece evidente que están en campaña.
Una obviedad. Muchos españoles han sufrido alguna vez en su vida una decisión que consideran injusta. Y la han acatado desde la más profunda discrepancia. Y, si no, para eso están los tribunales. Faltaría más.
Reconocer que se comprometen a actuar a través del diálogo es una renuncia a la unilateralidad. Un paso que, aunque lleno de impostura, a la sazón resulta una ventana abierta para que se oxigene un poco este viciado asunto.
El autor de Els catalans sabe perfectamente que sus convicciones patrióticas no le pueden llevar a faltar a la democracia y a no respetar las normas que la preservan y protegen. Lo sabe y, sin embargo, su interpretación de la legitimidad es otra.
Puede que no le creamos, pero debemos hacer que le creemos.

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