Editorial “El diálogo de los incautos”

Cuando Puigdemont ha pedido amparo a Torrent con el fin de que garantice su inmunidad parlamentaria excepto en el caso de que esté cometiendo un delito flagrante, no hemos preguntado a qué llama el expresident “delito flagrante”.
Mientras recibía esta petición de amparo, Torrent estaba leyendo el auto del Tribunal Constitucional en el que se impide que tome posesión de forma telemática y, en el caso de querer hacerlo de forma presencial, se le exige tener autorización judicial.
No entender esto es no entender nada. O, simplemente, estirar la cuerda hasta que se rompa. Y ahí perdemos todos. Este mismo mediodía sabremos cómo se va a resolver este problema: mal o simplemente muy mal.
No es de recibo que cuatro mojigatos estén jugando al gato y al ratón con todo un Consejo de Ministros. Gobierno que, por muy torpe que sea, merece un respeto y no el calculado propósito de ver medida su paciencia a cada instante.
Nos jugamos la democracia. Nos jugamos el estado de derecho. Nos jugamos el bienestar de todos y cada uno de los ciudadanos. Tengo la sensación, insisto, que el diálogo entre Puigdemont y Rajoy se reduce a una conversación entre un incauto por acción y un incauto por omisión.

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