Editorial «Las uvas de la ira»

Siendo estudiante disfrutaba en la Filmoteca Nacional viendo películas que decían escribir las primeras páginas del cine. Una de las que más me impresionó fue Las uvas de la ira de John Ford en la que Henry Fonda hacía uno de sus mejores papeles.
Salí de la Filmoteca preguntándome de dónde salía tanta maldad contra aquellos pobres granjeros de Oklahoma que tuvieron que emigrar a California para descubrir que el mal no entiende de geografías.
Luego cayó en mis manos el libro de John Steinbeck, Las uvas de la ira. Aquellos párrafos los disfruté en mayor medida que la película. Líneas que me descubrieron, arando en mi imaginación, que la miseria y la recesión son el mejor caldo de cultivo para hacer cada vez más pequeña la condición humana.
El incendio que propaga el nacionalismo independentista puede prender en cualquier tea. Y se dispersa con fuerza cuando la recesión entra por los balcones y los umbrales de todas las puertas. Gana adeptos entre los violentos, los a favor y los en contra, como ayer en las calles de Barcelona.
Es la mejor excusa para que, desde la miseria moral, el fascismo sea una tea más que prender y campe a sus anchas utilizando el rostro violento de aquellos en cuyas mentes cabe todo el vacío del mundo.
Y, a pesar de que desde el dintel la imagen del nacionalismo tiene el rostro humano y hasta folclórico, en el umbral se observa el odio y el fuego que propaga a cada uno de los rincones. Como ayer en Barcelona, alimentando la excusa de un grupo de violentos completamente transparentes a la inteligencia.
No se sabe cómo acabarán las vides. Lo que sabemos es que las uvas de la ira tienen semillas de las que germinar en cualquier lugar y en cualquier momento.

1 thoughts on “Editorial «Las uvas de la ira»”

  1. Magnifico articulo, bien traido al momento actual, Las Uvas de la Ira, es la mejor referencia de lo que produce una gran crisis economica. Hay que hacer politica, como «el arte de lo posible», con la inteligencia de que destruir es más facil que construir, y que siempre los más fanaticos se cuelan por las costuras.

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