«Carta de Milarepa desde el Tibet» (XVI), por César García Cimadevilla.

César García Cimadevilla caricaturizado.

Ven, vamos a aprovechar que tu olla se ha ido a freír espárragos, mejor dicho a cocerlos, para dar una pequeña vuelta por tu sociedad, antes de que regrese y el pitorrín se ponga a dar vueltas como un loco otra vez. Pero antes hazme un pequeño favor. Esta vez no tienes que subir y bajar las escaleras para hacerte con el libro de Durrell. Lee el párrafo que tanto te gustó y luego levita conmigo hasta tu dormitorio. Mira, si te apetece voy a permitirte un pequeño juego casi milagroso. Puedes sentarte tranquilamente en tu sillón favorito y desde allí, con tu mente, no con la olla que se ha ido a cocer espárragos sino con la que tienes ahora, más sutil, mueve las teclas para que escriban el párrafo, una cita de Paracelso que menciona un personaje. “Innumerables son los Egos del hombre; hay en él ángel y demonio, cielo e infierno, toda la creación animal, los reinos vegetal y mineral; y así como el pequeño hombre individual puede enfermar, así también el gran hombre universal tiene sus enfermedades, que se manifiestan en los males que afectan a la humanidad entera. En este hecho se basa la predicción de los sucesos futuros”. Ves qué fácil, qué maravilla, parece casi un milagro. Tu memoria habitual no hubiera podido recordar ni una palabra del párrafo y sin embargo ahora lo has escrito de un tirón y además a distancia, por telequinesia, tu mente ha movido las teclas como si tal cosa. Los budas hacemos estas cosillas como quien lava, pero ya ves para lo que sirven. Para nada. Son tonterías.

Antes de emprender el viaje voy a abrir un agujero en la pared de papel del tiempo para que observes. Como ves estás sentado en tu sillón favorito -¡pobre sillón!- observando el telediario en el televisor. En el  Líbano ha ocurrido una gran explosión en el puerto, al parecer explosivos o nitro no sé qué. Han explotado por la desidia de sus gobernantes que los tenían allí como fardos de basura. Hay muchos muertos, muchos heridos, los ciudadanos se han lanzado a la calle para protestar y el gobierno dimite. En la radio escuchas a un libanés entrevistado que habla de que hay que buscar otra mejor forma de gobierno. No eres el único que piensas que las actuales formas de gobierno están caducas, no son capaces de enfrentarse a los nuevos tiempos, a las nuevas emergencias. Estoy leyendo tu pensamiento. ¿Por qué no te he permitido ver esta tragedia a su debido tiempo? Podrías haber llamado al embajador del Líbano en Madrid y decirle lo que iba a pasar, seguro que te hubiera hecho caso, sobre todo si anunciabas que el gobierno se iba a ir a la porra, eso siempre interesa a todos los gobiernos. Y ya puestos, ¿por qué no te doy una lista mensual con todas estas tragedias para que los gobiernos puedan evitarlas? Así no tendrían que trabajar tanto y habría menos muertos. Como sabes la muerte tiene que realizar su trabajo y es inútil intentar impedírselo. Como mucho se puede retrasar el momento de la muerte, pero eso es como retrasar las vacaciones, al final tienes que irte a la playa. ¿Por qué no me preguntas por tu muerte, para poder evitarla? Eso lo entendería mejor. Tu muerte te importa un comino y no la retrasarías por nada del mundo. Y en cambio la muerte de los demás te afecta tanto que luego no puedes dormir y das vueltas y más vueltas pensando en el sufrimiento de los demás y en lo bien que estarían si pudieran morir apaciblemente y al final de una larga y fructífera vida. Así eres tú, siempre deseoso de morir y siempre buscando la felicidad ajena, como si tú no tuvieras derecho a ella.

Pero dejémonos de circunloquios. Toma mi manita, Pepe Luis, y vamos a levitar por las alturas. Nadie nos ve porque están congelados en el tiempo. Podemos desplazarnos a plena vista y nadie sufrirá un soponcio. He elegido una fábrica de armamento española, podía haber elegido otra, pero esta nos cae más cerca, aunque no tengamos prisa. Nos colamos como si tal cosa por el techo y vemos una gran nave donde maquinaria de todo tipo fabrica todo tipo de armamento, pistolas, rifles, ametralladoras, cañones, lo que sea. Cuando se descongele el tiempo escucharás otra entrevista en la radio en la que se hablará del armamento que sale en un barco de un puerto español, no digamos el nombre, es un secreto, como todo lo relacionado con el tema. Es un pedido de un país cuyo nombre no vamos a dar, es otro secreto. Los gobernantes de este país son más insensibles que un caracol con mil caparazones. Las utilizarán para una guerra sin sentido, como todas las guerras, en las que matarán a sus semejantes sin ayuda del virus. ¡Menuda hazaña! Al parecer el marinero que tenía que llevar el barco ha dimitido por ética. Un valiente que se ha quedado sin trabajo. Otros, menos valientes, seguirán trabajando, cuando el tiempo se descongele, porque tienen que alimentar a sus familias. De nuevo la vinculación de cualquier actividad, cualquiera, a la economía, porque mientras el fogón tenga combustible la rueda seguirá girando. Producir y producir, para que la rueda siga girando y todos tengan un garbanzo que llevarse a la boca. Toda ética se inclina ante la supervivencia. Así no vais a parte alguna. Piensas que mejor seguir congelados en el tiempo, pero si no hay movimiento no hay tiempo, si no hay tiempo no hay realidad, al menos la que conocéis. Es preciso moverse. Para eso mejor el vacío absoluto, donde nadie puede hacer daño a nadie. Recuerda a Paracelso, todos los males globales son producto de la enfermedad del hombre universal. Si quieres conocer el futuro solo tienes que analizar el mal universal que estáis sufriendo. La parte demoniaca de vuestro ego es la que está generando la enfermedad. Llamad a vuestra parte angélica, la que está en armonía con todo, con todos los seres humanos, la naturaleza, los animales, las plantas, los minerales. Regresad a la armonía y olvidaos del caos, de la destrucción, de la máquina que lo consume todo. A grandes males, grandes remedios. Y ahora repite conmigo.

QUE LA PAZ PROFUNDA OS ACOMPAÑE SIEMPRE EN EL CAMINO

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