«Carta de Milarepa desde el Tibet» (XI), por César García Cimadevilla.

César García Cimadevilla caricaturizado.

Ya le has dado al “on” y el tiempo se ha paralizado. Parecía imposible, pero ya nada es imposible. Cosas veredes, amigo Sancho. Para todos menos para nosotros, que llevamos las pulseritas de acero. En realidad yo no la necesitaría porque ya estoy fuera del tiempo desde que alcancé la budeidad, pero vamos a visualizarlo así para que tus lectores, hipotéticos, posibles o imposibles, se hagan una idea clara de lo que están viviendo. Curioso que el artilugio tenga dos pulseritas, necesario puesto que la protagonista de la historia tiene novio. Perdona la humorada pero parecemos dos enamorados. Tanto tiempo llevamos juntos, conociendo uno las intimidades del otro y el otro las del uno. Estoy convencido de que de ser mujer ya te habrías enamorado de mí, pero mi figura masculina te repele en ese sentido. No te entra en la cabeza que las entidades superiores ya no tenemos sexo, puedo ser hombre o mujer a conveniencia, pero tú siempre me has visto como un hombre y eso no hay quien lo cambie. Describamos un poco la escena. Como en la serie, a cada uno le ha pillado en su gesto actual. Hay uno que va pedaleando en bici y se queda como una estatua, sin caerse, y los demás en su momento. No puedo complacerte y describir todas las posturas, algo que tu peculiar sentido del humor explotaría hasta el delirio. Y aquí comienzan las matizaciones, que va a ser comenzar y no parar. En la serie todos quedaban paralizados al pararse el tiempo y eso supone que no tienen que comer ni hacer nada para sobrevivir. Se ha parado el tiempo y santas pascuas. La chica y su novio se pueden mover a su gusto, puesto que para ellos el tiempo sigue corriendo. Pongamos que la pandemia ha parado el tiempo, metafóricamente, y solo tú y yo nos podemos seguir moviendo, sin prisa, puesto que el tiempo no transcurre, analizando lo que vamos a ir viendo.

Esto es bastante lioso, puesto que en la pandemia hay que seguir comiendo y sobreviviendo. No queda otra. Pongamos que todos están paralizados porque el tiempo se ha detenido. Nosotros vamos pasando y decidiendo quién se tiene que mover y por cuánto tiempo y con qué protocolos. Así pues, lo primero será poner en movimiento a los que se ocupan de que los humanos podáis comer, porque si no moriréis. Vamos pasando y les tocamos en el hombro. Tú te puedes mover, eres imprescindible. Pero tienes que llevar mascarilla, guantes y guardar el distanciamiento social. Hay que establecer un protocolo. Ellos sí tienen que moverse, es imprescindible, pero con protocolo porque de otra forma se contagiarán, el virus entrará en sus células y no podrán seguir cuidando de los demás. Ellos son los primeros, porque si no se come todo el mundo saldrá a la calle protestando y haciendo lo que sea preciso para sobrevivir. Da lo mismo que otros contagiados estén muriendo, lo primero es lo primero. Lo segundo sería poner en movimiento a los sanitarios, porque sin ellos la pandemia camparía a sus anchas. Claro que teóricamente se podría hacer todo a la vez, poner en movimiento a los servicios básicos de alimentación y a los sanitarios. Pero como solo somos tú y yo, vamos a hacer como que hay prioridades y que hay que ir paso a paso.

Es curioso que este virus haya tenido algunas deferencias para con la humanidad. Es cierto que ya nadie se puede abrazar y besar, antes tampoco se hacía mucho, pero ahora que no se puede se echa de menos. Se conforma con que guardéis las distancias de seguridad. Algo que podría no ser así. ¿Te imaginas al virus circulando por el aire, siendo llevado de acá para allá por el viento? Nadie podría salir de casa, ni abrir las ventanas para aplaudir y si alguien sale, servicios básicos, tendría que hacerlo con traje de astronauta. Después de todo hay que concluir que este virus no es tan malo, podría ser peor. Me pregunto y te preguntas si los que vendrán detrás serán tan buenos o la humanidad habrá comenzado a vivir el apocalipsis. La mortandad tampoco es tan espantosa. Podría suceder que todos los contagiados murieran sin remedio y que todos acabaran contagiándose. Finis corona opus, como dices tú. Seguro que los virólogos tienen explicación para que este virus sea como es y no tan terrible que ahora mismo la humanidad habría  ya desaparecido. Pero no nos vamos a detener en estas reflexiones, porque el tiempo urge, es un decir, porque el tiempo se ha detenido, pero en algún momento tendrás que darle al “off” y todo volverá a ser como antes. Hay que tenerlo todo muy claro y arreglar lo más posible antes de darle al “off” porque esto no es un juego, aunque lo parezca. Morir no es agradable y menos si hay dolor y sufrimiento. Se te ocurre que la primera lección de esta pandemia sería que hay que gastar dinero en ciencia, un centro mundial de investigación, de previsión y de logística para vacunas y medicamentos. Luego habría que pensar en evitar que alguien se lucre con las vacunas o los medicamentos. Si al capitalismo se le deja llevar el timón le importará un bledo que la gente se muera mientras ellos hagan su agosto vendiendo vacunas y medicamentos. Al más tonto se le ocurre que esto no puede estar en manos privadas y especuladores. Luego habrá que pensar que de momento no habrá vacunas para todos, no se pueden fabricar vacunas para toda la humanidad, al menos de momento. Habrá que establecer prioridades, primero los de los alimentos y los sanitarios, a la vez, porque si no comes te mueres y como tú dices, prefieres morir por el coronavirus que de hambre, aunque quién sabe si tal vez te equivoques, es complicado establecer baremos de sufrimiento. Ya nos hemos detenido demasiado reflexionando, sigamos moviéndonos y haciendo que lo imprescindible se mueva lo imprescindible. Pero eso lo veremos en otro momento. Aunque el tiempo no pase no podemos hacerlo todo a la vez. Permíteme mi despedida habitual que es un deseo profundo de mi corazón y no una broma.

QUE LA PAZ PROFUNDA OS ACOMPAÑE SIEMPRE EN EL CAMINO

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