“Nada hace presagiar una crisis” y menos de la intensidad de la última, ha señalado Nadia Calviño, ministra de Economía en funciones, en unas declaraciones a la Cadena SER. Añadía que “por supuesto” avisaría si llegara otra crisis económica a España.
Según explicó, después de la revisión estadística realizada por el Instituto Nacional de Estadística (INE) sí se ve una desaceleración del crecimiento económico desde 2016, pero “ahora estamos relativamente estabilizados y no es una tendencia que nos hable de una crisis a corto plazo”.
Precisamente, el Gobierno tiene que enviar a Bruselas el cuadro macroeconómico antes del 15 de octubre y, para elaborarlo, ya se tiene en cuenta esta revisión estadística del INE.
Así, se rebaja el crecimiento desde 2016. En consecuencia, al variar las bases de referencia que se emplean para hacer los cálculos, “es una posibilidad” que la previsión del PIB para 2019 baje del 2,2% actual.
En cualquier caso, “más de una décima arriba o abajo”, ha destacado Calviño, lo que importa es la tendencia. En ese sentido, ha dicho que “no estamos hablando de un cambio sustancial del análisis de la realidad”.
Los fundamentos económicos de España, ha explicado la ministra, son buenos, el crecimiento es equilibrado y el sector exterior continua tirando de la economía. No obstante, y aunque nada hace que se vislumbre una crisis, indica que la economía española no es ajena al entorno internacional, “tremendamente incierto”.
En esa línea, Calviño ha querido señalar que “la coyuntura internacional pesa mucho y pesa cada vez más porque nuestra economía en los últimos diez años se ha abierto mucho, pero estamos capeando mejor la situación que otros países. Tenemos un crecimiento mucho más equilibrado y por eso estamos mejor preparados para estos episodios de incertidumbre internacional.
Con todo, el escenario más próximo es complicado debido a las tensiones comerciales y el Brexit, a pesar de lo cual, apunta la ministra, “tampoco se puede caer en el alarmismo”.
Virgen Santa!!! No hay que provocar alarmismo, pero tampoco esconder los síntomas de la desaceleración, máxime cuando hay una correlación entre economías abiertas y sobre todo por que al final las crisis la sufren los pobres.