Bruselas dice no al Plan B, que es el Plan A, de May

Bruselas dice no al Plan B, que es el Plan A, de May

Apenas hay variaciones respecto al plan que no aprobó abrumadoramente el Parlamento británico.
Bruselas ya le había dicho “no” al Plan B que la primera ministra Theresa May debía presentar en la tarde de ayer a los diputados de Westminster. Y es que no hay renegociacion posible. El Plan B es exactamente igual que el Plan A con alguna pequeña variación que tampoco es aceptada por la Unión Europea.

Londres quiere negociar bilateralmente con Irlanda el escolloo de la frontera norirlandesa algo que Dublín y Bruselas rechazan de plano.

Ayer también se reunían los ministros de Exteriores de la UE e insistía en que el acuerdo no se cambia y que lo que tiene que conseguir la premier es un pacto con la oposición del Jeremy Corbyn para que el bloque comunitario tenga la seguridad de que, de haber algún cambio en la declaración política adjunta al Acuerdo de Salida cuenta con los apoyos suficientes entre los parlamentarios en Londres.

Uno a uno, los cancilleres europeos repetían su negativa. Karin Kneissl, ministra de Exteriores austriaca, aseguró que el plan de May “no tiene ninguna viabilidad”, mientras que Josep Borrell, ministro de Exteriores español, reiteraba que “no podemos estar negociando sin fin”. Ni un comentario merecía para el francés Le Drian, a la vez que al alemán Heiko Maas le exaspera ya la situación, a pesar de haber sido el más comprensivo en estos últimos días.

El eslovaco Miroslav Lajcak venía a resumir el sentimiento del bloque comunitario: “¿Europa debería ablandar? ¿Para qué, para perder más que el Reino Unido? ¿Retrasar la fecha del Brexit, para qué? Si es solo para alargar la agonía, no creo que ayude”. Borrell ya se lo había dejado claro a la premier: solo cuando tenga garantías de disponer de los respaldos suficientes en su país, la primera ministra puede volver a Bruselas.

Apenas dos matices varían respecto al Plan A que Westminster vapuleó. De un lado, la exención a los comunitarios que ya residían en el Reino Unido antes del Brexit de pagar 65 libras para poder permanecer en el país. De otro, con más enjundia, la intención de Londres de negociar bilateralmente con Irlanda la cuestión de la frontera norirlandesa. Y es que este asunto tiene más trascendencia de la que parece.

A finales de los años 90 se negociaron los acuerdos de paz que a la postre llevaron a la desaparición del terrorismo en el Ulster. Aquellos pactos implicaban mantener la frontera abierta. Nadie entonces podía pensar que Reino Unido saliera de la Unión. Ahora, con el fin de mantener abierta esa frontera, habría que mantener a Reino Unido en la unión aduanera europea, algo que el sector más euroescéptico del Partido Conservador rechaza de plano. Eso, o renegociar los acuerdos de paz.

Dublín y Bruselas se oponen a esa hipotética negociación bilateral, lo que llevó a que desde Londres salieran al paso diciendo que no sabían de ese plan, como si de un globo sonda se hubiera tratado para constatar las reacciones. El propio Simon Coveney, ministro irlandés de exteriores, manifestó antes de entrar a la reunión de los cancilleres europeos que “el compromiso del Gobierno irlandés con el acuerdo es absoluto, incluyendo el mecanismo para mantener abierta la frontera entre Irlanda e Irlanda del Norte y los acuerdos de paz”, y añadió que desde su perspectiva “un acuerdo bilateral es simplemente una propuesta no creíble”. En cualquier caso, como confirmó el alemán Maas, un acuerdo así no tendría efecto alguno respecto a lo pactado entre Londres y Bruselas.

El llamado backstop, la solución de emergencia, es el principal escollo y lo que produce más recelo entre los conservadores britanicos que aplastaron el Plan A de May. Desde las filas tory se cree que es una argucia europea para mantener a Reino Unido indefinidamente dependiendo de la Unión.

Mientras, a la primera ministra le siguen creciendo los enanos. Richard Harrington, ministro de empresas del gobierno británico, anunció ayer que dimitiría si la premier finalmente se inclina por un Brexit sin acuerdo, ya que, aseguró, salir de la Unión Europea sin acuerdos “sería un absoluto desastre”.

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