Este domingo se celebraron en Brasil elecciones presidenciales, a la vicepresidencia y al Congreso Nacional con una victoria clara de Luiz Inácio Lula da Silva.
No obstante, al no superar el 50% de los votos en esta primera vuelta, los dos candidatos que mayores sufragios hayan cosechado se enfrentarán a una segunda vuelta que tendrá lugar el próximo 30 de octubre.
Serán Lula y Jair Bolsonaro, presidente saliente de Brasil, quienes han obtenido el 48,4% y el 43,2% de los votos, respectivamente, con el 99% escrutado.
Así, queda demostrada la altísima polarización, como también sucedió en 2018. En esta ocasión la participación ha sido de algo más del 79% de los 148 millones de votantes, frente al 79,67% de las anteriores elecciones.
Para muestra, un botón. El candidato del Partido de los Trabajadores (PT) ha recogido, al cierre de estas líneas, 57.257.473 votos.
Mientras, el aspirante a la reelección, del Partido Liberal (PL), cosechaba 51.071.106 sufragios.
Muy lejos queda Simone Tebet, candidata del Movimiento Democrático Brasileño (MDB), a quien han votado 4.915.288 electores, el 4,2% de los llamados a votar.
Más aún, Ciro Gomes, aspirante del socialista Partido Democrático Laborisdta (PDT), que ha obtenido 3.599.196 votos, el 3%.
Así las cosas, aunque queda por escrutar ese casi insignificante 1%, el Tribunal Superior Electoral (TSE) ya ha decretado que habrá segunda vuelta.
Voto electrónico en Brasil; escrutinio lento
Por otro lado, ha resultado sorprendente la lentitud del escrutinio. En Brasil, el voto es electrónico desde 1996, lo que hace suponer que el recuento es más rápido y ágil.
Sin embargo, a las 2:00 de la madrugada, hora española, apenas se había escrutado un 40%. Tal vez tenga que ver con que el TSE se haya esmerado en dar mayor fiabilidad a los resultados frente a las continuas dudas que ha arrojado Bolsonaro durante la campaña.
El candidato liberal a puesto en cuestión el sistema de voto, al más puro estilo Donald Trump.
Incluso, amenazó con recurrir el resultado si perdía en esta vuelta y Lula obtenía el 51%, con lo que no habría hecho falta una segunda.
Con todo, el presidente saliente de Brasil puede sentirse satisfecho porque en la jornada electoral ha logrado recortar distancias ante lo que vaticinaban las encuestas.
Los sondeos pronosticaban una abultada victoria del candidato de los trabajadores, dando a Bolsonaro un respaldo no superior al 37%.
Finalmente, ambos aspirantes se enfrentarán en la segunda vuelta. Toca, por tanto, empezar a negociar, algo en lo que Lula es muy hábil.
De hecho, hay mimbres que permiten decir que logrará el voto de los ciudadanos desde la izquierda al centroderecha.
Queda por conjurarse con partidos como el MDB, el Social Demócrata de Brasil y el PDT. Algo factible que le llevaría de nuevo al Palacio del Planalto para un tercer mandato.
Distinto será la gobernabilidad si gana el candidato del PT. En ese sentido, los brasileños se han inclinado por los liberales para la Cámara de Diputados.
Asimismo, otra cosa es lo que haga Bolsonaro, quien, seguramente, intensificará sus ataques al TSE para que cale entre sus votantes la idea del fraude. ¿Les suena?