“Betsy”, por Gonzalo González Carrascal.

Gonzalo González Carrascal.

Gonzalo González Carrascal · @Gonzalo_Glezcar.
Corría el año 77 cuando una subversiva banda de mocosos decidió elevar un exabrupto a la categoría de himno generacional. Godsavethe Queen. Hastiados de un statu quo económico y político cristalizado a través de la tradición, que en la aristocrática Albión les relegaba socialmente a la hez, elaboraron con todo descaro su particular remedo de homenaje al jefe de estado tras su primer cuarto de siglo de reinado.

Producto de su realidad histórica, sabíanse condenados a la marginalidad por la misma absurda ley de sangre que consolidael poder en torno a una corte y un orden social fundamentado en el privilegio. Así, auninconscientemente, se dispusieron a enarbolar la bandera de una clase obrera enraizada en el baptismo painita, deudor del ala más radical del republicanismo cromwelliano (los levellers), que sostenía que hasta el más pobre de Inglaterra tiene una vida que vivir.Haciendo surgir su voz y malestar a través del tiempo y el rugido de Rotten. There´s no future.

Regocija apreciar –con cierta nostalgia- el nervio de sudescuidado estilo punk. Descarado. Contestatario.Guasón. Revelador del prurito de justicia social e inquietud políticade una banda, deentoncesrenacuajos, que parece no haber encontradoeco entre lasgeneraciones posteriores, abducidas ya por el anestésico e individualista consumismo autosatisfacente que, enmarcado por el mainstream de un mercado audiovisual reducido a mero negocio, forja la vacuidad del presente paradigma cultural.Sin contenido, mensaje, ni valoralguno. Sólo precio.

Erial estupidificante del que sólo pueden emerger los tarados que la canción augura. Potenciales y desactivadas bombas H, a las que la canción llama a pensar por sí mismas en lo que realmente precisan. Un futuro, individual y colectivo, que con su pasiva aquiescencia les está siendo robado a través del fingido aburguesamientodel que no participan sino sólo en apariencia y que, como su reina –dice la letra-, no hace sino ocultar lo que es. Juego servil de sumisión hacia el poderoligárquico establecido,enquistado bajo la forma paralizante de la tradición perpetuada en su figura. Y del que dimana toda diferencia.

Caídas, las mustias hojas del calendario alfombran los cuarentaicinco años pasados desde su creación, mientras su latente pulso -atávico y profundo- de denuncia social permanece congelado en la mueca de su -ya- ajado frontman. Negándose a marchitarse como un ramo de flores tirado a la papelera. Una pieza cuya reverberación no deja de palpitar, soterrada bajo los fastos y fanfarrias del último jubileo regio. Con irrenunciable y renovado inconformismo. Única actitud capaz de alentar la promesa del cambio.

Y frente a la que la laxitud ante lo dispuesto –la desganada aceptación de lo impuesto- sólo pueda avocar a la menos favorable de las resultas. La permanencia y supremacía del privilegio, cuando no la paulatina degradación de las condiciones del precario equilibrio social en el que se fundamenta todo derecho ciudadano, y sobre el que pende permanentemente el riesgo del abuso del indistinguible poder político y económico. Que diríanse en permanente connivencia. Por mucho que la divisa del monárquico escudo de armas nos desalientea albergar toda sospecha. Honnisoitqui mal y pense. Ya…

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