Tras la anunciada retirada completa de las tropas rusas de la región de Jersón, los soldados ucranianos han entrado en la capital e izado la bandera de Ucrania en los edificios públicos.
No obstante, Rusia insiste en que, pese a su abandono, la región sigue siendo rusa, tras anexionársela a finales de setiembre.
Vladimir Putin, presidente ruso, se anexionó, además de Jersón, Zaporiyia, Donetsk y Lugansk, en un intento de legitimar su presencia militar allí.
En cambio, su retirada, con lo que ello conlleva, como el traslado de equipamiento, supone un claro retroceso en sus aspiraciones.
Hasta 30.000 efectivos han retrocedido al otro lado del río Dniéper, un varapalo para Moscú, que, sin embargo, el Kremlin minimiza. “No supone humillación alguna”, afirman.
No obstante, desde el lado ucraniano la reconquista de Jersón representa una clara victoria en su intento por revertir la situación tras la invasión rusa.
Por otro lado, Kiev insta a los soldados invasores a entregarse y rendirse “si desean preservar la vida”.
Asimismo, Volodimir Zelenski, presidente de Ucrania, hace un llamamiento a no bajar la guardia porque “el enemigo nunca hace concesiones”.
Considera que el repliegue del Ejército ruso sirva para reorganizarse y volver a atacar en el futuro. Una especie de trampa que haga Ucrania pierda definitivamente la región.
Así, en una entrevista a CNN, Zelenski señaló que están “preparados para defender esta región y no para abandonar la ciudad”.
“No quieren que la guerra termine. Ahora, hay que entender que es solo el Kremlin y una única persona quienes quieren seguir adelante con esto. Putin puede que esté cansado de la vida, pero definitivamente no está cansado de la guerra”, explicó.
Jersón representa un punto simbólico
Por otra parte, Jersón es un punto simbólico de no poca importancia. De hecho fue la única capital que tomó Rusia desde el comienzo de la invasión.
Todo parece indicar que se trata de un repliegue estratégico, si bien, en su retirada, las tropas rusas en volado todos puentes sobre el Dniéper.
Así, se establece una línea de frente entre ambos países con el río Dniéper como eje.
De este modo, impide que la contraofensiva ucraniana que comenzó en setiembre pueda llegar a Crimea.
Con este movimiento, Rusia fortalece su posición en el flanco oriental ante el temor de que Ucrania consiga avanzar hacia la península anexionada en 2014.
De otro lado, la Inteligencia británica advierte de que es “probable” que las tropas rusas hayan minado la zona durante su repliegue. El avance ucraniano, de este modo, se retrasaría.
Con todo, aunque parezca que la recuperación de Jersón marca un punto de inflexión en el devenir de la guerra, Kiev no se fía. De hecho, apunta a que la auténtica batalla no ha empezado todavía.
A todo esto, en la tarde de este viernes, han comenzado bombardeos desde el lado ruso sobre la ciudad.