El Banco de España alerta de un menor crecimiento por la crisis territorial

Se rebaja una décima la previsión para 2018.
En un informe publicado ayer, el Banco de España rebaja su previsión de crecimiento para 2018 al 2,4%, una décima menos de lo previsto. Además, prevé que en 2019 el crecimiento sea de un 2,1%, frente al 2,2% inicial, rebajas que achaca, en ambos casos, a las tensiones en Cataluña, aunque menores de las que esperaba en un principio. El comportamiento del sector exterior, que ha mejorado respecto a lo que se esperaba y que aprovechará la mejora económica en todo el mundo y en la eurozona, sobre todo, compensa un 0,1% la rebaja inicial de dos décimas que se creía que repercutiría la crisis catalana en el cálculo para 2018.
También por la incertidumbre generada en Cataluña, para 2019 se disminuye la valoración en una décima, y, para 2020, el PIB no se moverá del 2,1%, si bien sí augura que el crecimiento alcanzará el 3,1%, gracias al impulso y velocidad que ha tomado la economía española.

El mejor escenario posible
El Banco de España se sitúa en el mejor escenario del impacto estimado por la crisis catalana, situando los hipotéticos daños entre 3 y 2,5 décimas de PIB entre los dos años. El informe dice que “el alcance de la incertidumbre política en torno a Catalunya constituirá un condicionante adicional de la evolución de la economía española a lo largo del horizonte temporal considerado. En el escenario central, se ha supuesto que el nivel de incertidumbre registrado en los últimos meses remitirá durante la primera parte de 2018”.
Mientras que el resto de la economía española crece al 0,8%, la economía catalana, lejos del 0,9% del trimestre anterior, crece casi la mitad, un 0,49%. El informe dice: “En la esfera interna, persiste la incertidumbre sobre Cataluña. La incidencia final de este elemento de riesgo para el conjunto de la economía española dependerá de la magnitud y persistencia de las pensiones. Un alivio, como el que ha comenzado a percibirse en las últimas semanas, del grado de tensionamiento podría conducir a un escenario de mayor crecimiento del producto. Por el contrario, un hipotético rebrote de las tensiones en los próximos meses podría llevar a un impacto más pronunciado sobre las decisiones de gasto de los agentes privados”.

El precio del petróleo podría frenar el crecimiento
La rebaja de impuestos supuso un impulso extra y los agentes económicos ya se benefician de unos tipos de interés muy bajos, de modo que estos dos factores ya no suponen un estímulo adicional para la economía, a lo que se une que el precio del petróleo podría provocar un freno para el crecimiento. Se prevé que continúe la fase expansiva gracias a los progresos conseguidos al restablecer los equilibrios macrofinancieros de la economía que han favorecido una mayor fortaleza ante perturbaciones adversas. “No obstante, se prevé una moderación del crecimiento del producto, a medida que se desvanecen algunos de los impulsos expansivos que han operado en el pasado”.
El consumo nacional seguirá espoleando el crecimiento, gracias al descenso de la deuda de las familias y las buenas condiciones financieras. En los próximos tres años lo hará, en cambio, a un ritmo cada vez más lento, igual que la creación de empleo. El organismo regulador prevé “una moderación de los elevados ritmos de crecimiento observados en los últimos años conforme avanza el periodo de proyección, en consonancia con la desaceleración proyectada de la actividad. El aumento sostenido de la ocupación permitirá descensos adicionales de la tasa de paro, hasta situarse, a finales de 2020, alrededor del 11%”, reza el informe.






Menos consumo si no suben los salarios
“La propensión marginal a consumir es menor cuando las rentas laborales tienen su origen en un aumento de salarios reales que cuando proceden de la generación de puestos de trabajo, lo que tenderá a atenuar el dinamismo del gasto de las familias”, advierte el Banco.
A ello se une que con la recuperación, las familias han gastado de manera explosiva, un gasto contenido a causa de la crisis, que una vez finalizada, ha llevado a esa explosión de consumo, y tendrán que reestructurar su ahorro. A su vez, la demanda exterior irá, gradualmente, reduciéndose, igual que la inversión empresarial, que sufrirá una desaceleración motivada por la incertidumbre política, la citada reducción de la demanda y las menores necesidades de renovación de equipos, mientras que la inversión en residencia continuará su recuperación.

Descenso del IPC para 2018 y 2019
Respecto al IPC, y a corto plazo, el organismo regulador prevé una ralentización. “A partir de la primavera de 2018, la dinámica de los precios de consumo vendría determinada principalmente por el componente subyacente, para el que se proyecta un repunte gradual en un contexto de prolongación de la fase alcista del ciclo. En términos de promedio anual, después de aumentar un 2% en 2017, el IPC crecerá un 1,5% y un 1,4% en 2018 y 2019, respectivamente, antes de acelerarse hasta el 1,7% en 2020”, lo que supone una mejora, al eliminarse la comparativa con los precios energéticos del año anterior, lo que provocaba que hasta marzo la inflación repuntase de manera espectacular. La infracción general prevista para septiembre se revisa al alza en 2017 y 2018 debido al esperado aumento del precio del petróleo, mientras que se revisa a la baja en 2019 gracias a una “evolución algo menos dinámica del componente subyacente”.
Los valores alcanzados por ciertos activos financieros, que el Gobierno chino sea capaz de reconducir sus desequilibrios y las consecuencias que pueda traer el Brexit destacan entre los riesgos externos señalados por el Banco de España.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *