Cada cinco años se revisarán, en el marco del diálogo social, el aumento de las bases máximas de cotización que se contempla en la reforma de las pensiones.
Asimismo, se enviará un informe acerca de este asunto a la Comisión parlamentaria del Pacto de Toledo.
Así consta en el borrador de la segunda fase de la reforma de las pensiones que el Gobierno ha propuesto a los agentes sociales.
Una reforma que se centra en el incremento de los ingresos del sistema. De este modo, entre las medidas, el aumento de las bases máximas de cotización. Subirán entre 2024 y 2050 el IPC anual al que se añade un importe fijo del 1,2%.
Esto supone que se acumulará un incremento hasta 2050 del 38%.
Además, aunque no al mismo ritmo, mientras suban las bases máximas, lo harán también las pensiones máximas.
Así, en el periodo 2025-2050, lo que se sabe es que la pensión máxima ira incrementándose cada año con la inflación. A ello se añade un 0,115% acumulado hasta la fecha marcada, lo que implica un aumento de alrededor del 3%.
Lo que no se conocía eran las alzas entre 2051 y 2065. En cambio, en el borrador sí se detalla el incremento que acompaña a la subida de las bases máximas, aunque siempre habrá un desfase entre ambas.
Concretamente, la propuesta contempla que, al finalizar ese periodo, esa subida adicional al aumento con el IPC sea un acumulado del 20%.
De esta forma, el borrador precisa que las pensiones máximas subirán según el siguiente cuadro, siempre en términos acumulados.
Alcanzado 2065, se evaluará la conveniencia de continuar con el proceso de convergencia con el aumento de las bases máximas hasta el 30%. De este modo, se reduciría la brecha entre ambas.
Así, el objetivo es que la mayor parte de las subidas de las pensiones máximas se produzca después de 2050. Es cuando se prevé que acabarán las tensiones en el sistema por las jubilaciones de la generación del baby boom.
Por esa razón las pensiones máximas y las bases máximas de cotización no se incrementen al mismo ritmo.