Arte y política. Socialismo

Por Mari Ángeles Solís del Río.

A través de los tiempos, el hombre ha tenido la necesidad de manifestar sus inquietudes, sentimientos, ideas y plasmarlas, de forma que perdurasen y dejasen huella, en otras personas o en otros colectivos.
Ese ansia de plasmar, hacer llegar, perdurar, transmitir… hace posible la materialización del arte, en cualquiera de sus manifestaciones. Por ello, el Socialismo o, más bien, la historia del Socialismo, ha dejado huella en el arte universal. Y, al buscar esa huella, debemos retroceder siglos atrás, hasta teorías socialistas de otras épocas pero que dejan patente el arraigo que produjo en la sociedad, un ideario creado por y para el pueblo, en busca de la libertad, igualdad, solidaridad y justicia social.
Engels consideró la revolución socialista como “el salto del reino de la necesidad, al reino de la libertad”. Sin embargo, hemos de destacar la marcada diferencia que existe entre “revolución” y “socialismo”. Durante la revolución, la literatura pone en su centro a los obreros en su lucha contra la explotación, y se forma una especie de espíritu de odio social. Sin embargo, en el Socialismo, la solidaridad y no el odio, constituye la base de la sociedad.
La inmensa fuerza de la imitación y la rememoración, que en la sociedad burguesa está cubierta por las características de la competitividad en el mercado económico, no van a desaparecer en la sociedad socialista. Si empleamos el lenguaje del psicoanálisis, va a ser sublimada, más elevada y más fecunda; así pues, se situará en el plano de la lucha por las opiniones, los proyectos y los gustos. Según las luchas políticas van desapareciendo, las pasiones liberadas se canalizan, hacia la técnica y la construcción y, por lo tanto, hacia el arte que se convierte en una manifestación más abierta, más madura y más templada.
Tras toda esta argumentación, y entrelazando arte con socialismo, encontramos que la Historia del Arte ha reservado un hueco al Socialismo, que es lo que ha llegado a nosotros como “Realismo Socialista”. Una corriente artística cuyo propósito es expandir la conciencia de clase, el conocimiento de los problemas sociales y las vivencias de las personas.
El Realismo Socialista tiene sus raíces en el Neoclasicismo y las tradiciones realistas de la literatura rusa del siglo XIX, que describe la vida normal y cotidiana del pueblo. Su objetivo es exaltar a la clase trabajadora común, al presentar su vida, trabajo y ocio como algo admirable.
La novela “La madre” de Máximo Gorki, es generalmente considerada como la primera obra realista socialista. En pintura, destacaron Yuri Pimenov, Boris Ioganson y Gueli Korzhev, que han sido descritos como los maestros incomprendidos del Realismo del siglo XX. Y en música, podemos incluir dentro de esta corriente, algunas obras de Dmitri Shostakóvich, como la Séptima Sinfonía.
Si la política forma parte de la esencia de los seres humanos, con la finalidad de encontrar un modo de vivir en grupo y de establecer ciertas reglas para disfrutar de una vida tranquila y estable. La política tiene como fin tomar esas decisiones que afectan a la sociedad y se encuentran enmarcadas en un entorno ideológico. Y si el arte forma parte de la necesidad del ser humano de expresar sentimientos, situaciones vividas y proyectos, de modo que se revistan de un fondo y una forma admirable, bella, para otros individuos, existe un punto de encuentro entre estas dos necesidades que unen política y arte, en este caso, Arte y Socialismo.
Plasmar en una pintura, un poema, o una sinfonía, las características de un ideario, el socialista, que ha perdurado a lo largo de años de historia y se ha ido transformado al ritmo que ha evolucionado la sociedad. Eso es el arte.

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