Aragonès amenaza y dice que la independencia es “irreversible”

El camino a la independencia de Cataluña es “irreversible” ha dicho Pere Aragonès, vicepresidente de la Generalitat, y propone volver a la Declaración de Pedralbes, abriendo una mesa de diálogo “sin vetos” sobre lo que tratar, garantías de cumplimiento y un referéndum.

Lo ha hecho durante su intervención en los Desayunos Informativos de Europa Press, en donde ha dejado claro que no renuncian a la independencia y que, como si de una amenaza se tratara, si el Gobierno no negocia, habrá más independentistas.

Aragonès ya empezaba a poner vetos, entonces, solo con esas palabras, entendiendo que los únicos que pueden poner condiciones son los independentistas. De ahí que quiera volver a Pedralbes, porque allí es donde los secesionistas condicionaron siempre cualquier diálogo a la celebración de un referéndum. Si es sin vetos, es sin vetos.

Puede ser cierto que, como dijo, para millones de catalanes el sistema autonómico “ha muerto” y que la independencia es “irreversible” para estos de un modo cívico, pacífico y democrático, pero lejos de apagar fuegos, los aviva y vuelve a querer ilusionar con una idea que hoy por hoy y con el marco jurídico actual es sencillamente imposible.

El vicepresidente de la Generalitat recalcó que es momento para la política, para “empezar a dar pasos” porque “el bloqueo no es bueno” y el “conflicto corre el riesgo de enquistarse”, para insistir después en que los independentistas “no van a desaparecer”.

Afirmó que Pedro Sánchez “se equivocó mucho” al decir que la sentencia del Tribunal Supremo suponía el fracaso del independentismo y volvió a lanzar la amenaza de que los partidos secesionistas ganarán las elecciones generales en Cataluña con más respaldo que hasta ahora. Es probable que así sea, pero si pierden, ¿lo reconocerán?

De nuevo, abogando por una mesa de diálogo sin vetos, empezó a poner condiciones –eso es jugar sucio-, una de ellas, que haya un reconocimiento de las partes.

Es en ese punto en el que tiró de mentiras, como que los independentistas ganaron las elecciones en Cataluña. Conviene recordar que el voto a partidos soberanistas (JxCat-ERC-CUP) representó el 47,33% de los sufragios efectivos, mientras que el voto no independentista (Cs-PSC-CatComú Podem-PP) representó el 50,72%.

Es cierto que por la regla electoral, los independentistas (70 escaños) ganaron parlamentariamente las elecciones, frente a los no independentistas que, sin contar a CatComú Podem, lograron 57. Ganó el no independentismo. Decir que los soberanistas ganaron es hacer trampas, y está feo. Pero a eso ya estamos acostumbrados.

Hay que admitir que los casi 2,08 millones de votos a las fuerzas independentistas es una cifra a tener muy en cuenta. Curiosamente, lo mismo que a los casi 2,23 millones de votos no independentistas, ¿o no? Ni qué decir el más de 1,16 millones de votantes que no manifestaron su inclinación. Con los datos en la mano, Aragonès manipula y miente.

Así las cosas, creyéndose sus mentiras –bueno, sabe que son mentiras-, insistió en garantizar que se cumplan los acuerdos alcanzados en esa hipotética mesa de diálogo, eso sí, con un referéndum.

Llegado a este punto, aunque no vinculó expresamente el diálogo con su propuesta, indicó que sería razonable que en ese diálogo estuvieran los nueve políticos catalanes condenados por el Supremo. “Es cierto que sería razonable que todos los viéramos así que no se puede gestionar un diálogo con los principales protagonistas encarcelados”, dijo.

Para ello, pidió que se arbitrara un mecanismo para amnistiar a los líderes del procés sentenciados lo que, según él, supondría que no se ha cometido un delito. Ahí es nada. Es decir, yo robo algo a alguien y como no creo que sea un delito, sino tomar algo prestado, me voy de rositas.

Hasta donde sabemos en este periódico, Pere Aragonès no es juez, es licenciado en Derecho y, como tal, debería saber que un delito es un delito si lo dicta un tribunal -ah, y el Código Penal- y mientras el ordenamiento jurídico así lo dicte, el delito de sedición es el delito de sedición. La ley es igual para todos, no para unos sí y para otros no, incluso aunque se pueda estar de acuerdo en que se ha indultado a corruptos y que ello no sea justo.

En resumen, el vicepresidente catalán vino a insistir más en lo mismo, en que los independentistas son los únicos que tienen razón, los demás están equivocados y solo su visión de las cosas es la válida porque, aunque no son mayoría son los únicos con autoridad para imponer condiciones.

Sus propuestas son las mismas que hace un año, no hay nada imaginativo, no aporta soluciones que se salgan de su hoja de ruta y permanece enrocado en la misma posición de siempre, desafiando a que sean otros los que muevan ficha. Típico.