“Apologías”, por Francisco Estepa.

Francisco Estepa Vílchez.

A estas alturas de la historia, creo que solamente quienes desconocen lo que ocurrió en Europa a mediados del siglo XX o quienes lo conocen y desean que se repita, pueden poner en duda del peligro del fascismo y del autoritarismo. Cuando aún tenemos decenas de miles de españoles desaparecidos en las cunetas por la represión del régimen dictatorial franquista, lo que es incomprensible es que no exista en España una figura penal para tipificar las acciones y organizaciones que rechazan la Democracia o hacen apología del fascismo como ideología que niega derechos a las personas. Hace unos días tuve la ocasión de ver la película “Mientras dure la guerra” y es otro ejemplo para recordar cómo se puede pasar a un estado fascista en el que cualquiera con una pistola y en el nombre de España puede asesinar a quien piense de forma diferente y quedar impune. Jamás unos asesinos pueden ser el referente de toda la sociedad, sólo de sus cómplices.

Durante nuestra reciente historia democrática, España ha experimentado un gran avance en derechos y servicios públicos, con las dificultades inherentes a un país extenso, con más de 8.000 ayuntamientos, más de 45 millones de personas y varias lenguas… por recordar algunas características. Pero son avances que hay que proteger y defender de las amenazas de aquellos que quisieran recortarnos derechos y transformar los servicios públicos en servicios privatizados al alcance solamente de quienes puedan pagarlos. Creo que tenemos una buena Constitución y unos mecanismos de reforma muy garantistas, pero eso no es impedimento para que mediante la manipulación y el engaño, los enemigos de la Democracia puedan generar agitación e inseguridad en las calles o al menos, hacernos creer que así es.

La libertad de expresión es un derecho que en Democracia hay que defender y proteger, pero todo tiene límites y al igual que se pone freno a la esclavitud, al racismo, al machismo, a la homofobia o al terrorismo… creo que no se puede permitir que un movimiento que es una amenaza real para la Democracia, pueda perpetuarse o extenderse entre nuestra sociedad y no digo nada nuevo, puesto que muchos españoles fueron asesinados por decir esto mismo hace poco más de medio siglo.

En tiempo de paz, las mejores armas son las leyes y contra quienes atacan a nuestra Democracia y desean derrocarla, hay que actuar de forma firme y contundente mediante la Ley y el Estado de Derecho.

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