Amparo Meliá Monroig

Por Eusebio Lucía Olmos.

Amparo Meliá Monroig ©Fundación Pablo Iglesias

Nació en Valencia el 7 de agosto de 1859. De oficio pasamanera, siendo mili-tante socialista de la Agrupación Valenciana. Casada con el tipógrafo so-cialista valenciano Vicente Almela Santafé, uno de los fundadores de la Agrupación Socialista Valenciana en diciembre de 1886, de quien nació su hijo Juan, en 1883, y en cuya casa se alojaba Pablo Iglesias cuando visitaba Valencia en viajes de propaganda. Según se desprende de la información que proporciona una suscripción publicada en “El Socialista” del 15 de oc-tubre de 1886, el hogar estaba formado por el matrimonio y tres hijos: Juan, Enrique y Antonio (es la única referencia que existe de estos dos últimos, pues en adelante el nombre de Amparo irá ligado únicamente al de su hijo Juan, sin que se tenga noticia de los otros dos). En 1893 surgie-ron desavenencias en el matrimonio, por lo que Amparo se trasladó con su hijo a Alicante, donde se instaló temporalmente en casa del correligionario Joaquín Adrián, para poco después llegar a Madrid tras el verano. Iglesias se ocupó de instalar a madre e hijo en el próximo municipio de Carabanchel Bajo, donde tenía su domicilio el matrimonio socialista com-puesto por Luis Pallares y Adela Román, junto con sus diez hijos, anexo a una fábrica de hules de su propiedad. Cuando ésta quebró al final de ese mismo año, el matrimonio y sus hijos se trasladaron a un piso de la calle Toledo, 93, mientras a Amparo y el suyo fueron instalados por Iglesias en un cuarto interior del número 6 de la próxima calle del Bastero, ingresan-do ella en la Agrupación Socialista Madrileña el 25 de junio de 1895.
Ese cuartito se convertiría pronto en un taller de pasamanería donde Am-paro recreó el que había poseído en Valencia, enseñando el oficio a tres hijas del matrimonio Pallares, junto a la de otro antiguo correligionario, el tipógrafo Felipe López. A pesar de que Pablo Iglesias siguió compartiendo durante algún tiempo domicilio con la redacción y administración de “El Socialista”, en el número 8 de la calle de Hernán Cortés, mantuvo desde entonces estrecha relación con Amparo – nueve años más joven que él –, aunque no comenzaran a convivir juntos hasta febrero de 1896, cuando salió éste de la cárcel de Málaga, tras cumplir una condena de cuatro me-ses por apoyar a los huelguistas de “La Industria Malagueña”. Junto con Amparo y el niño, se instalaron de momento en un pequeño piso interior del número 15 de la calle de Bailén, para tres meses más tarde trasladarse a otro también interior, pero algo más espacioso, en el número 8 de la ca-lle Mendizábal.
Los continuos achaques de la salud que por entonces sufría Amparo, así como sus quehaceres domésticos, la obligaron a abandonar el oficio, por lo que cuando a finales de 1898 se mudaron de nuevo –en esta ocasión a un piso más amplio en la calle Luisa Fernanda, 14 –, lo hicieron compar-tiendo vivienda y gastos con los compañeros y amigos, Francisco Diego, redactor de “El Socialista” y regente de la imprenta de Ricardo Rojas; y el recaudador de cuotas de entidades obreras y fiel tesorero de la Sociedad de Albañiles “El Trabajo”, Bernardo Lumbreras. Tal asociación para la con-vivencia posibilitó algunas comodidades para Amparo, como la contrata-ción de una muchacha que aligerase sus quehaceres domésticos, que se multiplicaban por su continua atención y cuidados a la delicada salud de Iglesias, aunque contara para ello con los apoyos de todo tipo que le brin-daba el viejo amigo, Inocente Calleja. La sirvienta contratada era Gregoria González, de Valdemorillo (Madrid), pueblo en el que la familia pasaba algunos días en el verano, y con quien mantendría íntima relación el hijo de Amparo, dando como fruto un hijo entonces no reconocido, Apolinar Santiago. En 1899 sufrió Iglesias una grave dolencia de tipo gástrico, por lo que, tras su restablecimiento, el viejo amigo Calleja les convenció para mudarse a un piso exterior en la calle Mendizábal, número 6.
Desde entonces, no pasó un año sin que Iglesias se dejase de ver obligado a guardar cama durante unas semanas. La enfermedad crónica que pade-ció toda su vida, quizás adquirida en sus años infantiles del Hospicio o en sus posteriores estancias carcelarias de Madrid o Málaga, fue la dispepsia, trastorno doloroso de tipo gástrico o digestión difícil, que debía combatir con una cuidada alimentación. A ésta afección se vinieron a unir frecuen-tes catarros, enfriamientos y gripes, por lo que las atenciones sanitarias que Amparo debió dispensarle a lo largo de toda su vida fueron creciendo, desgraciadamente, también como consecuencia de la escasa prevención que Iglesias dedicaba a su salud, dando prioridad a su permanente dedica-ción a la organización interna del Partido y el periódico, a sus viajes de propaganda y electorales por todo el país, a su asistencia a los Congresos internacionales y, por supuesto, a sus sucesivas obligaciones como conce-jal del Ayuntamiento madrileño y diputado nacional. Y otras de más varia-do signo, siendo por tanto Amparo no sólo su esposa, aún mucho tiempo antes de oficializar este estado, sino su eterna administradora, enfermera, asistente personal y secretaria, situándose siempre a la sombra de aquella gran figura política y humana. A esas continuas y variadas atenciones vi-nieron a unirse las que le debió prodigar en sus visitas y cuidados en sus arrestos carcelarios, como fueron los dos meses que hubo de cumplir en la Modelo madrileña, entre noviembre de 1904 y enero de 1905, y los 18 días en agosto de 1909. Y, por supuesto, era Amparo quien le proporcio-naba compañía y atención en sus estancias de reposo, desde la del Bal-neario de Mondáriz (Pontevedra), en el verano de 1910, hasta la de Celo-rio (Asturias), en el de 1921; pasando por las de San Rafael (Segovia), pre-via a la de Caldetas (Barcelona), y su intervención quirúrgica de vejiga en esta ciudad, así como su posterior convalecencia en Valencia, de los años 1916 y 1917; al igual que las de Fitero (Navarra) y La Aliseda (Jaén), en el verano de 1920.
Tras el casamiento del hijo de Amparo, Juan Almela Meliá, con Cristina Soler, en octubre de 1906, ésta e Iglesias se trasladaron de nuevo de do-micilio, al que sería ya su definitivo hogar, un piso más amplio y soleado en la planta principal derecha de la calle Ferraz 68, hoy sede nacional del Partido Socialista. Compartirían éste con el amigo y siempre benefactor hasta en los mínimos detalles, Inocente, y un huerfanillo ahijado de éste. A pesar de su continua atención hacia el “abuelo”, tanto en sus cuidados alimentarios y sanitarios, como en su propia organización personal y doméstica, comenzó entonces para Amparo una vida menos fatigada, no sólo por la ayuda que en todas ellas le prestaba Calleja, hasta que falleció en mayo de 1915, sino por la correspondiente mejora económica que les supuso la correspondiente asignación mensual como parlamentario. Al año siguiente de la muerte de Calleja, pasó a residir con ellos Candelas Mateo, hija de un compañero tipógrafo madrileño, quien sustituyó a aquel en los cuidados del “abuelo”.
El 16 de noviembre de 1921, tras enviudar Amparo y encontrándose ya Iglesias muy enfermo, contrajeron matrimonio civil en el Juzgado Munici-pal del madrileño distrito de Palacio. Los cuidados y atenciones a la salud del marido se hicieron ya permanentes, hasta el fallecimiento de éste el 9 de diciembre de 1925. A la muerte de Iglesias, repartió Amparo su colec-ción de libros, folletos, prensa, revistas, correspondencia y documentos, entre la redacción de “El Socialista” y la biblioteca de la Casa del Pueblo madrileña. Al comienzo de la guerra civil se trasladó a Valencia, donde pasó la contienda bélica gravemente enferma y sin recursos. En noviem-bre de 1937, se incluyó a Amparo en el comité de honor de la Conferencia Nacional de Mujeres Antifascistas, junto a las señoras de Azaña y Miaja, la madre de Fermín Galán, Catalina Salmerón y Belén Sárraga. Matilde de la Torre no consiguió una ayuda para ella de las instancias del Partido en el exilio, ni de la directiva de la Organización Mundial de Sindicatos Libres, reunida en Nueva York. Amparo falleció en Valencia casi ciega, el 31 de enero de 1945.


Fuentes: Diccionario Biográfico de los Socialistas (FPI); P. IGLESIAS. Obras Completas, y notas de Aurelio Martín Nájera; Rasgos de la vida íntima de Pablo Iglesias, Juan Almela Meliá; notas de archivo personal de Eusebio Lucía Olmos.

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