“Alemania toma impulso frente a EEUU”, por Francisco Villanueva Navas.

Francisco Villanueva Navas.

Francisco Villanueva Navas · @FranciscoVill87. Economista y periodista financiero.
BASF, la mayor empresa química de Alemania, y la primera del mundo, anunció que invertirá 10.000 millones de dólares en una nueva planta ultra moderna, casi completamente automatizada, en la República Popular de la China, incluso más avanzada que la que ha instalado en su sede central de Ludwigshafen en Alemania.

A esto agregó que la nueva planta de China en la provincia de Guangzou funcionará sólo con energía renovable, sin provocar daño alguno en la atmósfera. El anuncio lo realizó Martín Brudermüller, ejecutivo máximo de BASF, en su condición de integrante de la delegación constituida por las 80 principales compañías alemanas, todas ellas transnacionales de primera línea, que se trasladaron a China hace diez días acompañando al Canciller Olaf Scholz. Parece que las continuas críticas a China ya no hacen mella porque Europa haría mejor en examinar sus propios defectos y debilidades.

El aumento del precio de la energía provocado por la Guerra de Ucrania y las sanciones impuestas a Rusia por EE.UU., la Unión Europea, y Gran Bretaña ha desatado una crisis energética mundial que le ha impuesto a BASF un gasto extra de 2.200 millones para proveer de gas natural a sus plantas europeas, respecto a los niveles que tuvo en 2021; y esto ha sucedido en un mercado europeo de productos químicos prácticamente estancado en los últimos 10 años.

El Canciller Olaf Scholz señaló un día antes de su viaje a China que Alemania no quiere separarse en modo alguno de la República Popular con el agregado que su notable ascenso en la economía mundial de ninguna manera justifica; los continuos ataques de EEUU ante su poder no afectan a la relación comercial bilateral.

El Canciller alemán dijo recientemente que la relación con China, si bien debe cambiar, sobre todo cuando se trata de “…las tecnologías de avanzada de última generación”, en modo alguno deben llevar a una política de confrontación de bloques con Beijing.

El socialista Scholz precisó su pensamiento en forma inequívoca: “De todos los países del mundo, Alemania es el que tiene la experiencia más dolorosa de división y ruptura durante la Guerra Fría; y por eso carece de todo interés en que emerjan nuevos bloques enfrentados en el mundo”. ”De ahí que aunque las circunstancias internacionales se hayan modificado, China sigue siendo un socio fundamental para el comercio y las inversiones de Alemania y Europa. De ahí que no queramos separarnos en modo alguno de ella”.

La delegación empresaria de la gran industria alemana que acompañó al Canciller Scholz estuvo constituida, además del titular de BASF, por las cabezas del Deutsche Bank y de Siemens, así como el CEO de BioNTech, el mayor fabricante de vacunas del mundo, y de la totalidad de las mayores firmas automotrices alemanas, entre ellas Volkswagen y BMW.

La República Popular Comunista China ha sido la principal socia comercial de Alemania en los últimos 6 años, por encima del resto de Europa, con un intercambio de 243.000 millones en 2021, que se incrementa 8% por año.

La excepcional lucidez del titular de BASF se expresa en el lenguaje de la necesidad; y es esta lógica la que sustenta el viaje del Canciller Scholz a China.

Esto significa que más de la mitad del PIB de la República Federal, 4.23 billones que es el 5% del PIB global es obra de sus exportaciones, esencialmente manufactureras; y su superávit de cuenta corriente es el primero del mundo en relación al producto y a su población de 84 millones de habitantes en 2021.

Hay que agregar que durante varios años, el superávit de cuenta corriente de Alemania ha sido también el primero del mundo en términos absolutos, al punto que ascendió a más de 300.000 millones de dólares en 2016, 2018, y 2020; y su principal mercado externo, superior al europeo, es China, al punto de que ha trasladado parte de su producción automotriz allí (Volkswagen produce y vende hoy en China más vehículos que en Europa).

Hay que precisar que las decisiones estratégicas no las toma la necesidad, que es una fuerza anónima de características sociológicas. Esta es una tarea de los hombres políticos, de los estadistas, lo que ocurre siempre en un lugar y en un momento determinado, y a través de la obra de personalidades específicas. Este es el caso del Canciller Olaf Scholz, en su viaje a China.

Se puede asegurar que la historia no es determinista, aunque hay un determinismo en la historia; el socialista Scholz y el comunista Xi se unen estratégicamente.

Si Alemania no adquiere un papel geopolítico esencialmente autónomo frente a EE.UU. no hay posibilidad alguna de terminar con la Guerra de Ucrania, que es la causa de la crisis económica global.

Esto implica que Europa retome una total autonomía frente a EE.UU., como tuvo durante la época excepcional del General De Gaulle; y esto sucede cuando el liderazgo hegemónico norteamericano, encabezado por el presidente Joe Biden, está en pleno proceso de extinción.

El Canciller Scholz, en su viaje a China liderando a las 80 principales empresas alemanas, revierte la ruptura que ha provocado en la economía mundial la Guerra de Ucrania, y cumple, esta figura socialdemócrata.

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