Una vez más, la derecha se salta el confinamiento y monta un escrache a José Luis Ábalos, ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana. Eso sí, algunos de la veintena de personas que se manifestaron anoche frente al domicilio de Ábalos llevaban la mascarilla. No está claro si para cumplir con la norma recomendada y evitar contagios o para no ser identificados.
También guardaban, relativamente, la distancia de seguridad. Con este escrache al ministro, esta veintena de personas han demostrado que el derecho de manifestación no está suspendido. Sus primos de la ultraderecha sostienen que sí lo está.
Este escrache llega cuando arrecian las protestas contra el Gobierno en varios barrios de Madrid y que ahora comienzan en otras ciudades. Precisamente, Ábalos acusó ayer a Isabel Díaz Ayuso, la presidente de la Comunidad de Madrid, de convocar manifestaciones contra el Ejecutivo.
Un escrache con más objetivos
Esta movilización es un episodio más de la falta de respeto que la derecha muestra hacia el esfuerzo que la inmensa mayoría de los españoles ha hecho y sigue haciendo manteniéndose confinados para frenar al virus.
Un episodio más que tratar de silenciar los aplausos de las 20:00 en reconocimiento a la labor de sanitarios y miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado. Además, de a otros colectivos de trabajadores esenciales gracias a cuya labor sigue sin faltarnos nada en nuestros frigoríficos o botiquines.
Una tentativa más que va pareja a la convocatoria del pasado domingo de dar un final “digno” a ese reconocimiento espontáneo de los ciudadanos. Ahora ese intento se ha encontrado también con su réplica invitando a los españoles a seguir saliendo a las ventanas a aplaudir.
Volviendo a la manifestación de esa veintena de personas frente al domicilio del ministro de Transportes, incluso, una manifestante le gritó “vamos, baja, trabaja un poquito, vago”.
Nadia Calviño, la vicepresidente para Asuntos Económicos, vive también en el mismo edificio que Ábalos. Sin embargo, las protestas iban dirigidas a este último. Ayer hicieron lo mismo en Galapagar contra Pablo Iglesias, vicepresidente de Asuntos Sociales.
Las versiones mas antidemocraticas de la derecha española han salido a la calle, y están utilizando su odio en las peores actitudes de nuestra historia, demostrando que no les importa nada España, como dicen ellos, sino que lo único que les importa es hacer política partidista utilizando a los 27.000 muertos por el covid-19, para deslegitimar al Gobierno de España, organizando estos tumultos, y estas alteraciones del orden publico. Pero no se dan cuenta que la legitimidad no viene de las actuaciones callejeras sino de las urnas, y con esas actuaciones solo van a conseguir algunos votos mas, pero también conseguirán algunos votos menos, pues la gente mas moderada, aunque sean de derechas, rechazaran dichas actuaciones, cosa que sera lo mas normal, y ellos sólitos se están encerrando en un PP y un Vox, cada día mas minoritario, abandonando su posiciones centrales de alternativa de gobierno en España. Cada día que pasa en esas actitudes dan mas miedo a la gente corriente que no quieren radicalismos en ninguna parte.