A principios de los noventa, UPN trató de pactar con el brazo político de ETA para alcanzar la presidencia foral.

Es necesario desempolvar la historia para saber la verdad y entrelazar acontecimientos actuales con otros pasados para no intoxicar a la opinión pública. Esther Palomera nos ha relatado, tirando de hemeroteca, intoxicaciones realizadas por quienes aún pretenden utilizar a víctimas como armas arrojadizas y sembrar el odio. Pero, en política, no todo vale. Así nos lo ha demostrado haciendo volver a nuestra memoria la época oscura que sufrió España con el terrorismo de ETA y aquellos pactos escondidos de la derecha.
Eran aquellos tiempos de asesinato, sangre y dolor. Cuando, cada día, las cabeceras de las noticias hablaban de bombas lapa, tiros en la nuca, sangre, dolor… imágenes que han quedado en nuestras retinas de pesadillas marcadas a fuego. Habían transcurrido tres años desde que el atentado de Hipercor (21 fallecidos y 45 heridos), el crimen más sangriento cometido por ETA había abierto una página cruenta en la historia de nuestro país . Tras él, el atentado contra la casa cuartel de Zaragoza y el 29 de mayo de 1991 la casa cuartel de Vic. El número de víctimas seguía aumentando con el objetivo de ETA puesto en mujeres e hijos de Guardias Civiles. Y las imágenes de los cadáveres entre escombros hacían temblar a toda la humanidad.
En cambio, esa derecha que hoy se escandaliza y ataca al Psoe porque la socialista María Chivite ha sido investida presidenta de Navarra debido a la abstención, no apoyo sino abstención, de EH Bildu, esa derecha intenta esconder algunos detalles del año 1991 cuando, la banda terrorista, mantenía plena actividad. Deberían recordar que en el año 1991, días después de uno de los atentados más sangrientos de ETA, se produjo el intento de investidura de Juan Cruz Alli, candidato de PP-UPN, donde Herri Batasuna no quiso votar NO. En la primera votación hubo 20 ‘síes’ de UPN; 24 ‘noes’ de PSN, IU y EA y 6 votos que no se emitieron, de Herri Batasuna. En la segunda votación, el candidato a la investidura era el candidato socialista que logró los apoyos de PSN y EA con 22 votos, dos abstenciones de IU y 26 ‘noes’ de UPN y Herri Batasuna.
Aquel NO al PSN era fruto de un acuerdo entre la derecha de navarra y el brazo político de ETA, sabiendo que según la legislación vigente en aquellos momentos, presidiría el partido más votado. Herri Batasuna, pudiendo elegir entre el PSN y UPN, eligió a la derecha, mientras la banda terrorista seguía asesinando.
Días después, Luis Medrano, presidente del partido “Nacionalistas Navarros” revelaba que, antes de la investidura, Cruz Alli se había entrevistado con Patxi Zabaleta, destacado proetarra, que consideraba indispensable la unión de Navarra para conseguir la gran Euskadi.
En la historia de nuestro país quedan grabados los nombres de los 854 asesinados por ETA en sus 50 años de actividad, y ahora, encaminados por una lenta evolución que busca la normalidad política de la izquierda abertzale de Bildu, que quiera o no la derecha, no es heredera de Herri Batasuna. Algo que ha reconocido el propio Javier Maroto al manifestar que en la formación abertzale existía gente que pretendía la paz, a pesar de que su partido pretenda borrar la verdad de aquellos acontecimientos y seguir sembrando el odio.
Para engañar a la opinión pública basta con enmarañar la verdad, cosa que pretende el PP de Casado, dándole voz a Cayetana Álvarez de Toledo a través de un discurso tóxico en el que la única pretensión es igualar a Pedro Sánchez con Bildu, con Herri Batasuna y hasta con la propia banda terrorista que hoy, gracias a la lucha antiterrorista del Psoe, hoy no existe.
La banda terrorista sembró el dolor, dejando muertos tanto del Psoe como del PP, hasta que el Estado de Derecho, puso freno a su actividad. Por ello resulta absolutamente mezquino y mediocre utilizar el dolor de las víctimas con fines partidistas. Porque la memoria sirve para recordar que Aznar dijo que había que tener generosidad para con los terroristas y que Mayor Oreja negoció con la banda ETA como todos los gobiernos. No existe mayor traición a la moralidad que inventar o silenciar el pasado con el fin de manipular y seguir sembrando odio, algo que debe desaparecer de esta sociedad.

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